¿Juicio a Salinas o puro cuento, como siempre?
Francisco Rodríguez
Allá está, hasta muy abajo de sus predecesores, sentado en una Silla que ya no sirve para nada. En el pináculo de su soberbia, en la cúspide de la insensatez. Cada vez se le observa más lejos del mundanal ruido, más alejado de sus promesas, más perdido que un gusano en gallinero. Más estulto, más extraviado, más ajeno a los reales reclamos populares.
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